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sábado, 12 de octubre de 2019

Sucede


Sucede en algunas ocasiones que, cuándo algo no sale cómo habíamos previsto, el resultado es todavía mejor. Mejor que hubiera una farola, un golpe de viento y muchos ojos mirando al cielo, para que un paracaidista, a pesar de las dificultades, cumpliera con su misión después de un fuerte golpe. Gracias a ese imprevisto aterrizaje todos comprobamos el riesgo que supone lanzarse a mil quinientos metros de altura e imaginamos lo que será hacerlo en una operación militar. Mejor, porque los aplausos y las muestras de cariño del pueblo y de las autoridades emocionaron a todos, incluido al cabo primero. Pasado el susto vendrán las bromas, las felicitaciones y los abrazos, porque, cuándo todo sale mejor de lo previsto, no queda más remedio que sonreír.