En el riachuelo.

Por el riachuelo bajan mansas y claras aguas que llevan disuelta la imagen de tu reflejo.

En la esquina.

En la esquina de mi memoria te espero desde hace tiempo, aun sabiendo desde el primer momento que jamás vendrías. Y sin embargo no desespero, pues otras gentes que pasan me traen feliz compañía. Sé que cuando ya no esté vendrás a buscarme arrepentida, pero sólo encontrarás el eco de mis palabras flotando en el aire de mi vieja esquina.

Busca un cielo.

Busca un cielo que te permita soñar, súbete a una nube de algodón y surfea siguiendo la estela del sol. Cuando llegues al mar déjate llover dulcemente sobre una ola de espuma que te llevará a la orilla. Allí estaré yo esperándote y te despertaré con un beso. 

Ceder.

¿Por qué nos cuesta tanto ceder si ceder nos libera?

44.

En mi vida: "Tú eres amiga muy omnipresente".

Reflejos.

Yo te encontré y fuiste para mí la solución de un problema inacabado.

Creía que no tenía solución y me hiciste ver que podía tener varios resultados.

Tú me llamaste casualidad y yo te llamé suerte.

Inevitablemente, un día terminamos tumbados bajo la misma luz.

Desde entonces, vivir se convirtió en millones de momentos sin orden lógico.

Tu mirada es más intensa a mi lado y mis heridas duelen menos al tuyo.

Te sentí mío una vez, por un instante, y ese día lloré en silencio.

Eres el que me ha hecho reír infinidad de veces y por el que alguna noche he llorado.

Estar contigo se vuelve una locura necesaria, tanto, que te has convertido en un mensaje que todos los días espero encontrar.

LR

En el rastrojo.

Y caminando por el rastrojo regresamos al punto de partida. Habrá que volver a labrar la tierra y comenzar de nuevo.

Sin saber.

Así fue y así es sin saber bien porqué. Porque todo sucede inesperadamente mientras esperas que ocurra otra cosa o no ocurra nada. Y nada mejor que encontrarte para no sentirme perdido.

Llamador.

Si no llamas nadie saldrá a abrirte, y si no te abren no podrás conocer lo que hay detrás de esa puerta, aquello que te aguarda dentro de ese mundo tan atrayente.

Mirando al mar.

Me gusta desnudarte poco a poco, lentamente y sin prisa, despojándote de todos los sentimientos que envuelven tu corazón. Tenerte virgen y entregada a mi mirada para amarte como nunca habías imaginado. Después te iré vistiendo apasionadamente, con besos y caricias, para que tu alma se sienta plenamente arropada.

Mientras tanto sigue mirando al mar y conversando con gaviotas mensajeras que me cuentan todo de ti.

Girasol.

¡Sigue girando, como un sol radiante, junto con los astros que destellan a tu alrededor!

Una flor.

Si no te salen las palabras apropiadas o no quieres caer en el tópico de cáncer, o de virgo, una flor puede decirlo todo: regálale la vista y tócale, otra vez, el corazón.

Quiero ser árbol.

Quiero ser árbol y con mis raíces recorrer toda la tierra, descubrir el fondo de todos los asuntos y absorber la esencia que me mantenga siempre con vida.

Quiero ser árbol y con mis ramas tocar el cielo, servir de apoyo a todas las aves que vengan a visitarme y dar sombra fresca a los caminantes.

Quiero ser árbol y árbol es lo que soy, no quiero ser nada más.

Sólo eso.

"Sólo quiero estar contigo, sentir de cerca tu presencia, escucharte, mirarte a los ojos, ver tu sonrisa y sentir que me amas aunque no me lo digas. No quiero más, no necesito más, tan sólo eso".

Eso fue lo que le dijo y así fue a su encuentro. Y en el encuentro pasó eso y mucho más, porque no pudo contenerse.

En el faro.

Busca un faro apagado que no pueda guiarte, no mires al sol por el día, ni a las estrellas de noche, tira la brújula que llevas en la mochila y apaga el GPS del móvil, no se te ocurra preguntar a nadie ni consultar ningún mapa, déjate llevar inconscientemente por tus pasos al ritmo que marque tu corazón. Y si aún así no encuentras lo que andas buscando no te preocupes y sigue caminando hasta que tropieces contigo mismo, ahí, tal vez, encuentres las respuestas y se encienda la luz para verlo todo muy claro.

Camino de las estrellas.

Camino de las estrellas te vi pasar fugazmente. Ibas con toda tu luz destellante, la música celestial a todo volumen, sin cinturón y jugando con el móvil. Creo que llegaste a verme por el retrovisor izquierdo, porque un guiño tuyo quedo grabado en la cara oculta de la Luna. Esperaré tu regreso sentado en el infinito, contemplando mientras tanto el llanto de San Lorenzo.

Comunicando.

Tengo algo que comunicarte, pero mejor cuando estemos a solas para que no se entere nadie.

No sé.

No sé qué decirte ni qué decirte sé. Parece que es lo mismo pero lo mismo no es. Decirte lo que quieres oír o decirte lo que no quiero decir. Si te digo que sí o si no te digo que no. Callarme y no decirte nada o hablar y decirte menos. ¿Qué quieres que diga?

Callejeando.

Por estrechas callejuelas te busco y casi siempre te encuentro. Te veo y me gusta verte, mirarte a los ojos y sentirte por dentro, abrazarte y besar tus labios. Pero sé que tú quieres más, mucho más, y es ahí donde inicio el camino de regreso y donde  todavía me pierdo.

Cuando llegue la noche.

Cuando llegue la noche estarás ahí,

En mi recuerdo.

Y estarás ahí, en cada paso,

En cada gesto, en cada sonrisa.

Cuando llegue la noche.

Y el recuerdo de un beso,

De un trago de agua,

De tu mano, de un paseo,

El sol y las nubes jugando con el día,

La luna y el amanecer disputándose el tiempo.

Cuando llegue la noche.

Y cuando empiece el día, estarás ahí,

En mi recuerdo.

Colgado.

Hay que estar un poco colgado y encerrado dentro de ti para contar y hacer lo que casi nadie se atreve a decir ni a ejecutar.