Imagen tallada en madera de roble
y policromada llegó a Cehegín en el siglo XIII de la mano de los Templarios,
fieles devotos de ella, para presidir el altar de la mezquita reconvertida en
iglesia cristiana. Tras la disolución de la Orden del Temple, el territorio
pasa a depender de la Orden de Santiago en 1.314. Después del Concilio de
Trento (1.563), María de Magdala deja de ser considerada Apóstol de los
Apóstoles, rica, independiente, culta y posiblemente esposa de Jesús, a ser
vista como mujer mundana. Es entonces cuando la imagen se traslada a la fachada
de la iglesia y su lugar es ocupado por otra María Magdalena más acorde con la
nueva visión que de ella transmite la jerarquía católica. Pasan los siglos y
durante las obras de rehabilitación de la Iglesia de Santa María Magdalena, los
operarios bajan la imagen, sin color y deteriorada por la lluvia y el paso del
tiempo, y es abandonada en el patio trasero de la iglesia, rodeada de escombros
y malas hierbas. Gracias a eso se salvó, en la Guerra Civil, de la quema del
retablo y demás imágenes que habitaban el templo. Una tercera imagen de María
Magdalena llegó a Cehegín para presidir la iglesia. Y fue hace unos pocos años,
cuando la Asociación Cehegín Tierra Adentro descubre la imagen abandonada en el
patio, investiga su origen y a quién representa, llegando a la conclusión de
que se trata de una talla del siglo XIII de María Magdalena, vestida
elegantemente, larga cabellera, con corona, aro o diadema en la cabeza, un
libro abierto en la mano izquierda y un tarro de ungüentos en la derecha.
Rescatada del olvido, ahora ocupa un lugar discreto, dentro de una vitrina, junto a la
puerta de la sacristía. Todavía conserva, a pesar del deterioro, la belleza,
serenidad, elegancia y misterio del personaje histórico que fue.