Subida en la antena de mi barco,
a modo de veleta, me orienta. Fiel gaviota, compañera de navegaciones, se
adentra volando en la mar y marca el rumbo a seguir intentando evitar el
inevitable naufragio. Sé que sin ella no sería nadie, ni nada, y que con ella a
mi lado lo soy todo. Todo o nada es mi apuesta, dispuesto siempre a perderlo
todo sin ganar apenas nada.