martes, 3 de octubre de 2017

En el confesionario.


Y un día dejó de ser mi amigo. Quizá porque pensó que yo ya no era el suyo. Tal vez porque, frente a una ofensa de otro amigo, no supimos o no quisimos estar, incondicionalmente, a su lado. Hubo intentos para no perderle, pero su obstinación era tanta que no aceptó mi mano tendida. Ahora habita ahí, en el confesionario de una vida vivida juntos, mientras espero que algún día renazca aquella amistad perdida.