En mitad del campo, una flor vestida de rosa despierta el recuerdo. De su frágil belleza da fe la abeja que merodea a su alrededor. Sopla un viento que la mece, unas finas gotas de lluvia la enternecen y aflora en ella todo su esplendor. No será flor de un día, sino de toda la vida, mientras habite en mi corazón.