Recuerdo que en las primeras
exposiciones sentía vergüenza cuando alguien se plantaba delante de mí y me
observaba con detenimiento. Y no era por estar tapada sólo con una toalla y
recién salida de la bañera. Me miraban de arriba a abajo y había también algunos
que se acercaban tanto que casi rozaban el lienzo. Ahora me encuentro más
relajada y poso con más naturalidad. Tanto es así que incluso suelo hacer algún
pequeño gesto que desconcierta a los que pasan por delante de mí sin detenerse.
A Juan Manuel le hace gracia y por eso no quiere venderme, a pesar de las
sugerentes ofertas que ha recibido. ¿Vendrás a verme?
Aquam. 2019 Óleo/lienzo
Juan Manuel Pérez Hernández