Estamos conectados:
te escucho,
te animo,
te enseño algo de mí
y comparto contigo
momentos especiales.
Entiendo y comprendo tu vida,
te hago partícipe de la mía,
y, a pesar de ser una persona callada,
dejo que me quieras en el poema real
que ahora vivimos.
Percibo tu presencia,
descubro y siento dentro de mí
emociones que nunca antes supe que existían.