Cuando se apaga el color la vida
se enciende en blanco y negro. Llega el gris ceniciento y se instala en nuestro
espíritu, dominándolo. Muchas son las dificultades y amargos los sinsabores del
día a día. Tal vez porque esperábamos algo más y el destino y sus gentes nos
traen mucho menos. Pero no, no debemos permanecer así mucho tiempo, tan sólo el
tiempo necesario para curar nuestras heridas, las del cuerpo y las del alma. De
nuevo regresarán el color y la alegría, no lo dudes.