martes, 10 de mayo de 2016

En el metro.


Viajaban en el mismo vagón pero con destinos diferentes. Compartieron un breve tiempo, medido en kilómetros, entre una estación y la siguiente. La casualidad hizo que sus miradas chocaran en línea recta y en ese instante, sin saber porqué, se amaron para siempre. Ella, que nunca miraba hacia atrás, bajó nada más abrirse la puerta y él, con ojos mudos, continuó su viaje.