Querida amiga, regresé a mi ciudad el pasado día 15. Ese era el día de nuestra cita y así está escrito en el wasap que te envié. Anduve recorriendo los andenes de Cuatro Caminos y te vi pasar en un tren en sentido contrario. Pensé que no fuiste capaz de bajar y enfrentarte a mi presencia. Escapé de los oscuros túneles de tu ausencia y volví a la luz de San Isidro buscando tu rostro en los escaparates de mi memoria.
Ahora, leyendo tu mensaje, compruebo que se trató de otro despiste tuyo, propio de una mujer como tú que tan sólo existe en mi imaginación.
Volveré pronto a Madrid por motivos laborales y confío, de nuevo, volver a verte pasar en otro tren paralelo al mío, o encontrarte tecleando sentada en el banco de la estación. Es esa ocasión tal vez seas real y podamos continuar juntos el viaje hasta el final.