sábado, 11 de enero de 2020

Pecado mortal


Era la noche un lugar de paso entre un día y otro, refugio de insomnes y de amantes vestidos de incógnito. De pronto se oyó un grito que rasgó el silencio, después ¡socorro! y a continuación voces. Un portazo, patinar de ruedas y la huida del coche. Se levantan persianas, ventanas que se abren, más voces pidiendo ayuda. Un hombre tendido en la acera y un charco de sangre. Luces azules se acercan, sirenas que ululan, llegaron demasiado tarde. Testigo la torre de la iglesia, pecado mortal, inconfesable.