Casi siempre ocultas bajo tierra, las raíces mantienen en pie al árbol. Es necesario que sean tanto o más grandes y fuertes que el tronco y las ramas. Caminamos por la vida sin raíces, tan sólo disponemos de algunas mentales y otras sentimentales, por tanto, es fácil tropezar y caer, pero siempre podremos levantarnos y seguir caminando libremente, porque nada nos ata definitivamente a nada ni a nadie.