Desde mi esquina te veo pasar
cada mañana, con paso alegre cuando vas y cansado a la vuelta. Yo permanezco
inmóvil contemplándote para que creas que soy una estatua sin vida. Mas si me
miras siento un temblor por dentro que me hace cosquillas. Sé que algún día
tendré que bajar y salir a tu paso para decirte cuanto te quiero. Y tú, que
será lo que menos esperas, quedarás a mi lado petrificada.