No es un árbol, tampoco son esferas rojas brillantes. Son ramas de árbol adornadas con efectos ópticos producidos por los últimos rayos solares del ocaso, una tarde de otoño.
No es, por tanto, un árbol de navidad propiamente dicho, pero con nuestra imaginación, la imaginación que nos envuelve en estas fechas marcadas, podemos percibirlo y sentirlo como tal.
Porque
Yo imagino, ahora, en este momento, un mundo mejor, un futuro mundo mejor, más justo, más humano, menos técnico y más sentimental, y te imagino a ti feliz contemplando este árbol que, no siendo un árbol de navidad, así lo parece.
¿Te imaginas?