jueves, 9 de enero de 2020

En el cementerio de Santa Eulalia


La conoció allí, en el cementerio. Fue pasar al lado de su tumba, ver su rostro, fijarse en ella, leer su nombre y hacer una foto. Algo sintió que le llevó a interesarse por su vida. Buscó y la encontró. Profesora de yoga, cincuenta y un años, una vida alegre y serena junto al mar, lejos del país que la vio nacer. Se enamoró, aún sabiendo que estaba muerta, porque el amor es un sentimiento que no atiende a razones. Desde entonces le lleva flores, le escribe versos y sueña encontrarse algún día, en el más allá, con ella.