Amigo lector, amiga lectora, presiento que en esta ocasión, suponiendo que en cualquier otra anterior lo haya conseguido, no voy a convencerte: el camino más corto siempre es curvo.
Si bien es cierto que la distancia más corta entre dos puntos es la línea recta, no es menos cierto que, como habitamos en un planeta esférico, la distancia más corta entre dos lugares es siempre curva. También lo hemos comprobado subiendo y bajando montañas: zigzagueando es más fácil, menos peligroso y más rápido que si nos desplazamos en línea recta.
Algo parecido ocurre en las relaciones humanas, si queremos encontrarlas, establecerlas, mantenerlas y profundizar en ellas deberemos movernos en línea curva salvando los obstáculos que encontraremos en nuestro camino. Si optamos por ser directos, rectos, llanos, expresando lo que realmente pensamos y sentimos a cada momento de la persona que está frente a nosotros, sin autocensura, espontáneamente, corremos el riesgo de distanciarnos, e incluso perder, un amigo, una amiga, un ser querido.
Por tanto un consejo te doy, a pesar de no querer dártelo pues el mejor consejo es aquel que descubrimos nosotros mismos o nos encontramos casualmente en el camino: camina erguido pero con cintura suficiente para adaptarte a la trayectoria parabólica de las relaciones humanas.