Hasta ahora habíamos pasado las noches en blanco o en negro. Blanco: cuando no hemos pegado ojo en toda la noche, y negro: durmiendo profundamente, sin recordar nada.
Cierto es que, en sueños, volamos en el azul del cielo y navegado en los azules marinos; quemado por el amarillo sol del desierto y sufrido con el rojo sangre de heridas recientes.
Pero nunca, hasta ahora, vivido una noche en verde.
¿Qué hemos vivido y sentido envueltos en esta misteriosa luz de esperanza dentro del jardín de nuestros sueños, en buena compañía? Imagínatelo: paz, armonía, liberación, fantasía y un poco de ron.