De teatro era su vida, pero no
representaba ningún papel ni seguía un guión previamente escrito. Los
acontecimientos se sucedían encadenados, incomprensiblemente cada vez más
complicados. Yo, atento a su relato, asistía atónito a la narración de aquellos
hechos e intentaba, aunque no siempre lo conseguía, quitar hierro y transmitir
esperanza.