A pesar de mi puntualidad y de mi
disposición a estar en el sitio más inoportuno, nunca llegué a tiempo de que
sucediera algo importante que cambiara el curso de mi vida. Jamás tuve ocasión
de dar un golpe de timón que torciera mi destino. Y aquí sigo esperando, cada
vez con menos tiempo y más ganas, verte aparecer en el último instante para que
todo, por fin, cobre sentido.