viernes, 16 de marzo de 2012

El alma de la fotografía.


La fotografía refleja aquello que vemos, lo que sentimos o cuanto imaginamos. Es un camino para la contemplación, una vía de expresión y un canal de comunicación.

Las fotos congelan momentos inolvidables de nuestras vidas y son un testimonio humano, sentimental e histórico, personal y social, de la época en que fueron disparadas.

Fotografías que denuncian atrocidades y miserias, fotografías que informan de todo tipo de acontecimiento de interés periodístico.

Imágenes que publicitan cualquier producto o servicio para entrar por nuestros ojos antes que por nuestra razón, seduciéndonos.

Álbumes de fotos a modo de libro visual que cuentan los momentos singulares de nuestro periplo vital: nacimiento, adolescencia, viajes, enlaces de pareja, e incluso, en otro tiempo, nuestra propia muerte.

La fotografía lo es todo en un paisaje y es el detalle concreto de algo o alguien aislado. Es luz y sombra, colores y transparencia. Es forma y volumen, profundidad y primer plano.

Las fotos nos acercan objetos y personas alejadas, abarcan el mar, la luna, el sol y la tierra, plasmándolos en una pequeña superficie de papel o en modernas pantallas.

El mundo está repleto de imágenes rodeándonos, las más nos dejan indiferentes pero otras nos impresionan, indignan o emocionan. Es la mirada, que nace de nuestros instintos y sentimientos, la que aísla una imagen y la transforma en fotografía.

Ponemos nuestros ojos y nuestro corazón detrás del visor. Seguimos mirando y observando con cariño, interés y curiosidad, para pintar con nuestra cámara los cuadros expuestos en el cambiante museo de la vida, de nuestras vidas.