Y se irán las nubes, poco a poco
se apartarán para dejar salir al sol. Amanecerá soleado y escucharemos el mar,
gaviotas sobrevolando olas, el vaivén de la vieja barca varada en la orilla,
junto a la casa, aquella casita que tú mismo construiste para los dos. Y no
habrá mundo, ni lugares, ni gentes. Cuando salga el sol, allí estaremos,
juntos, sentados en la orilla, con los pies mojados, en silencio. Mirando al
mar, al cielo, al horizonte, porque somos libres para soñar aunque no lo seamos
para amar.
LR