viernes, 6 de mayo de 2011

Nuestro Big Bang.


Igual que empezamos a contar la historia del universo desde esa gran explosión: El Big Bang, contamos nuestra historia personal desde el momento que nuestra madre explota y comenzamos a crecer y expandirnos por nuestro mundo cercano.
Pero antes del Big Bang existía algo que se estaba cocinando en el espacio. Como nuestro cuerpo que tras la unión de dos células comienza a ir tomando forma para desembocar en lo que ahora somos.
Nuestra prehistoria personal está condicionada por: los genes aportados de nuestra madre y padre; la evolución en el vientre materno y las condiciones climáticas tras el nacimiento.
Somos totalmente dependientes hasta una edad y comenzamos a asumir nuestra independencia a partir de otra edad que tal vez coincida con la mayoría de edad. En ese instante de nuestra historia suponemos que vamos tomando el control de nuestros cuerpos y de nuestros destinos.
Elegimos calles y avenidas por las que transitar, cruzamos esquinas y parques, preguntamos a los viandantes por la dirección del objetivo final al que pretendemos llegar. A veces, casi siempre de las veces, nos desorientamos y acabamos en cualquier barrio periférico alejados de nuestro destino previsto.
Escogemos también, o nos escogen, a las personas que nos acompañan en nuestro peregrinar en esta carrera contrarreloj que es la vida. Personas que influyen notablemente en nuestro comportamiento y nos impelen a desarrollar nuestras capacidades más nobles y nuestros demonios menos humanos.
En ocasiones, como las estrellas, quedamos atrapados con otra persona en la misma órbita y giramos uno alrededor de la otra, cada vez más rápido, acortando la distancia que nos separa. Disfrutamos de esta mágica atracción de cuerpos, mentes y sentimientos, pero, inevitable y fatalmente, acabaremos impactando uno contra otra y nuestra fusión, que nos destruye, se transforma en energía lumínica captada por potentes telescopios de satélites que orbitan a nuestro alrededor explorando nuestro comportamiento.
Venimos en origen de una gran explosión y avanzamos dispuestos a regresar al espacio y al tiempo iniciales por el mismo conducto.