No siempre llueve a gusto de
todos pero da gusto llover. Escuchar la lluvia desde la cama, si es acompañado
mejor; verla caer detrás de la ventana y contemplar las gotas deslizándose por
el cristal; pasear bajo la lluvia debajo de un paraguas y del brazo de una
mujer; calarte hasta los huesos y secarte desnudo frente a la chimenea; nadar
en la playa con agua dulce y salada; llorar mientras llueve y limpiar tu alma
otoñal. No siempre llueve a gusto de todos pero a mí me gusta llover.