Una tormenta de lágrimas, sobre
mi cama, inunda la tarde. Llanto triste de penas y tensiones acumuladas. Mi voz
te arropa mientras mis manos acarician tu espalda. Un helado, inesperado, anima
tu cara. Sonrisas, tímidas, devuelven la calma. Despedida con puertas
entreabiertas y miradas entornadas.