Alguna vez es siempre la primera
vez, pero no siempre es la última. La primera vez no siempre es la mejor,
tampoco suele serlo la última. Las veces intermedias, sin las incógnitas de la
primera, ni las certezas de la última, nos ofrecen resultados más acordes a
nuestras expectativas y deseos. Y si por casualidad no hay una segunda,
tercera, cuarta, etc. vez, esa primera y última, única vez, lo debe ser todo.
¿Quién me da la vez?