Intentando salir de una situación inestable y complicada podemos romper el cristal que separa nuestra presente realidad de otra realidad más favorable. En el intento
arriesgamos nuestra suerte, física y sentimental, durante la operación de
traspaso de un lugar a otro. Y, una vez fuera y sin posible retorno, comenzamos
a caminar en otra dirección, sin rumbo fijo, confiando en que el destino nos
conduzca a espacios más libres y abiertos.