miércoles, 11 de noviembre de 2020

Reina

 

Era rubia y con ojos de gata, de esos que si te echan la mirada encima te atrapan. De movimientos lentos y pasos suaves, como de danza. Flexible de cuerpo, piel felina, gestos dulces y voz aflautada, pero si le pisabas la cola mostraba los dientes, sacaba las uñas y te desafiaba. Estuvo conmigo un tiempo, entraba y salía a su antojo, en mi habitación dormía, salvo cuando se iba con otro. Un día desapareció sin decir adiós, sin dejar rastro. Desde ese día algo me falta, tengo un vacío por dentro, que nada ni nadie lo tapa, y la casa llena de ratas.