Realmente el hecho de cumplir años es un trámite irrelevante, añadimos una cifra más a nuestra fecha de nacimiento.
Lo que verdaderamente importa, nos importa, es continuar creciendo, día a día, año tras año, como personas. Personas que sienten, que sentimos, la huella del paso del tiempo en nuestras vidas. Y que ese tiempo, que albergamos en nuestra experiencia, nos permita contemplar el mundo de una manera más sosegada ayudándonos a discernir lo esencial de lo superfluo.
Cuarenta o cincuenta años son suficientes para mirar hacia atrás con nostalgia y asomarnos al futuro, en esta ventana del ahora, con ilusión.