Me lo ha contado todo, en
silencio, con la mirada, sin necesidad de despegar el pico. Me ha contado todo
lo que has escrito, muy bien escrito por
cierto, y lo que no has escrito. Me ha contado lo que sientes ahí sentada,
junto a la ventana, respirando el polen que provoca tu llanto involuntario. Me
ha contado tu historia, la otra historia que se esconde detrás de la Reina sin
Corona. Y cuando ha terminado de contarme todo lo que tenía que contarme ha
emprendido el vuelo, en silencio, de regreso a orillamar, a ese mágico lugar
donde se escucha a las olas morir en la playa bajo el canto de mis amigas gaviotas.