Vientos fríos de otoño,
vientos que arrastran nubes blancas,
de un lado a otro, sin destino.
Vientos que mueven mis aspas,
mis brazos de fibra de vidrio,
que giran y giran una y otra vez
generando la energía que alimente tu recuerdo
en lejanas ciudades perdidas.
Soledad en este faro anclado tierra adentro,
refugio de vientos favorables atrapados al instante,
como tu nostalgia, en lo alto de mi blanca torre.