Pasan las nubes y pasan los años, pasan también las aves volando. Pasan las gentes y pasan sus modas. Pasa todo lo que pasa y al final, salvo la piedra, nada, ni nadie, queda.
“Tal vez mi destino sea eternamente ser contable, y la poesía o la literatura una mariposa que, parándoseme en la cabeza, me torne tanto más ridículo cuanto mayor sea su propia belleza”. Fernando Pessoa
Pasan las nubes y pasan los años, pasan también las aves volando. Pasan las gentes y pasan sus modas. Pasa todo lo que pasa y al final, salvo la piedra, nada, ni nadie, queda.
Cada día que pasa es un día menos o un día más, según lleves la cuenta. Hasta que un día caes en la cuenta de que tu tiempo se acaba cuando parece que empezó ayer. Echas la vista atrás y eras un niño o una niña con ganas de crecer. Ahora eres un viejo o una vieja consciente de lo fugaz de la vida y que luego a luego aparecerá el cartel de FIN. En fin, todo lo que empieza acaba y ojalá que tu película haya sido de interés.
Antiguamente la ropa se lavaba en público. En el lavadero, las mujeres frotaban las manchas con jabón de losa mientras daban un repaso a sus vidas en una charla amena y reconfortante. Hoy cada uno lava su ropa en casa, con máquinas y detergentes de última generación, y esa terapia colectiva de antaño se ha perdido para siempre.