Vendrán otras tardes de verano, o de otoño, qué más da,
tardes en el castillo o en cualquier otro lugar. Tardes tranquilas e intensas,
sin prisa, apasionadas. Y mientras llegan saboreamos el recuerdo de aquella
tarde de verano con la misma intensidad, dejándonos llevar por el ritmo
acompasado de nuestros cuerpos y el brillo de ojos en la penumbra. Otras tardes vendrán.