jueves, 19 de septiembre de 2019

Amanecer


Al abrigo desnudo del sol, en un amanecer cualquiera, pusiste tu cuerpo a secar. Tendida en la arena, las dunas de tu geografía no pasaron desapercibidas. Mis ojos, guiados por el espejismo, me condujeron hacia ti. Mi sombra, reflejo ardiente de su dueño, tomó posesión de tu luz e inevitablemente creamos un eclipse. Desde ese momento seguimos ciegos y no vemos más allá de nuestros propios cuerpos, el tuyo y el mío. Si no es amor ni tampoco sexo, ¿qué será?