Tras nuestro último baño, aquella
tarde, nos despedimos y tú regresaste orillamar al encuentro con tu destino. Me
quedé observándote con esperanza de que volvieras la vista atrás para decirnos
adiós con la mirada, no fue así e inicié mi regreso a la llanura.
No miré para no llorar. Si
hubiese llorado habrías dicho que eso es apego y sufrimiento y que no se debe
sufrir por amor. LR