Cae el Sol,
cansado de alumbrarnos, y una ducha de rayos anaranjados atraviesa las nubes en
el horizonte; la tarde se va sin decir adiós ni hasta mañana, en silencio, como
suelen hacerlo, en su despedida, los versos más profundos; él regresará otra
vez mañana, cuando la noche, que pronto llega, se desvanezca, y tú, por fin,
descansarás envuelta en sábanas de primavera.