Ahora,
en este instante,
siguen cayendo granos de arena,
partículas que marcan el ritmo de
nuestro tiempo.
Granos que crean,
en el cono de abajo,
una montaña de recuerdos
con los últimos momentos
coronando la cima.
Dejarán de caer en cualquier
segundo,
porque todo tiene un paréntesis
limitado,
y podrás contemplar el tiempo
pasado
a través del vidrio que envuelve
tu montaña.
Intentarás darle la vuelta
y dejar que vuelvan a llover
granos de arena,
arena de recuerdos de playa,
o arena de tristes desiertos.
Pero jamás resucitaremos nuestro tiempo muerto,
que duerme feliz o triste
soñando,
mientras fluye otra vida,
ahora.