Nos dijeron que lo nuestro era para toda la vida, mas descubrimos hace algún tiempo que lo único que es de por vida es, precisamente, nuestra propia vida. Lo nuestro se fue desvaneciendo lentamente hasta desaparecer. Intentamos construirlo de nuevo con cimientos más flexibles que amortiguaran los efectos de terremotos y tormentas inesperadas, pero ya era demasiado tarde.
Ahora tan sólo queda el aroma del recuerdo flotando en el aire de septiembre y la saudade que traen las nubes anunciando el otoño de un tiempo en blanco y negro.