Hay un día al año para la madre, que tal vez sea hoy: uno de mayo, o todos los días del año.
Pero, cómo celebrarlo si tu madre y la mía ya no habitan en este mundo. Marcharon porque el tiempo terminó para ellas: la mía a su tiempo y la tuya antes de tiempo. Cierto que habitan en nuestras mentes, en nuestra memoria, en nuestro presente y en nuestros corazones. Están a la vista en fotografías que cuentan sus vidas y las nuestras, en objetos materiales que tocaron, en escritos con sus letras de puño y sus nombres de santas, en vídeos donde cantan, bailan y lloran. Porque una madre es eso: alegría y llanto. Alegría cuando están alegres y también cuando disimulan la tristeza, y llanto cuando no hay más remedio que dejar correr las lágrimas para que limpien la realidad que hiere.
Celebremos hoy con ellas, que no han venido porque nunca se fueron, el día de la madre, de nuestras madres, de la tuya y de la mía, y celebremos también que tú eres madre y por tanto es tu día, felicidades.