El mundo secreto de Liétor

El mundo secreto de Liétor, con Cruz Roja Española.

Historias de un ascensor

El primer beso nos sube, el segundo nos une, el penúltimo nos enciende y el último nos despide.

Capítulo undécimo

Y fue en aquel viaje a la ciudad cuando, ocultándoselo el uno a la otra y la otra al uno, acudieron, cada cual, por su lado, a sendas citas para conocer a sus nuevos amores ya casi reales.

Escaparate

A ellas les llamaba la atención verla tan vestida y a mí el contraste entre una y otras.

Capítulo décimo

Hacía ya tiempo que prestaban más atención a sus celulares que a sus miradas frente a frente. Amores virtuales de perfiles atrapados en otras redes.

Capítulo noveno

Lo que no oxida la mar lo desgasta el paso del tiempo. El amor es frágil cuando se instala en la rutina. Nueve años juntos obraron el fracaso.

25N

Una mañana cualquiera

Una mañana cualquiera la naturaleza nos obsequia momentos espectaculares, mágicos e irrepetibles, estar ahí y disfrutarlos es una suerte, compartirlos un placer.

Una suave brisa

La libertad es una suave brisa que nos mantiene en el aire y nos permite volar.

Capítulo octavo

En este capítulo no hay nada nuevo que contar. Después de seis años y veinte días todo seguía más o menos igual.

Capítulo séptimo

Guionista él, pintora ella, llenaban sus días de diálogos ocurrentes y paisajes terrenales. Una vez al mes subían a la ciudad a rendir cuentas y recibir nuevos encargos. 

Capítulo sexo

Amor y deseo, atracción y sexo, paseo y conversación eran, sin duda, los pilares de su unión.

Desnudo

Ahora que estoy desnudo no vengas a verme, no vaya a ser que me sonroje, mejor espera a primavera que para entonces vestiré de verde.

Capítulo quinto

Eligieron para vivir una casa aislada en un pequeño pueblo del norte alejado de todo, pero al lado del mar. Sin lujos, el lujo era vivir allí juntos.

En el humilladero

Extramuros, en el humilladero, se detienen los transeúntes que vienen o van a la villa de Guadalupe. Punto de encuentro de peregrinos guiados por la fe y lugar de recogimiento para la práctica religiosa.

Capítulo cuarto

¿Qué mejor viaje de novios que viajar solos? Así hicieron, viajaron cada uno por su lado y al regreso se contaron.

En la pasarela

Hay quien no se atreve a caminar por encima de una pasarela y quien la recorre con naturalidad. La mente nos paraliza o nos anima a superar retos, es cuestión de actitud. ¡Atrévete!

La fuerza del agua

Por mucha fuerza que lleve el agua al final, tarde o temprano, se amansa.

Capítulo tercero

La boda fue por todo lo bajo: sin cura, juez, testigos ni invitados, ellos dos solos, pero muy bien acompañados.

En el Cenajo

Desde arriba las cosas se ven de otra manera, si tienes dudas sube.

El día después

Y ahora tocará llamar de puerta en puerta y ver quién está dispuesto a abrir.

Cañón de los Almadenes

Capítulo segundo

Meses antes de llegar a la fuente se habían conocido y reconocido mutuamente, el uno en la otra y la otra en el uno, cómo medias naranjas que desean exprimirse en un mismo zumo.

Capítulo primero

Sentados en el banco, al lado de la fuente, buscaban en el mapa de la felicidad el destino de sus vidas juntos. El amor, ciego y apasionado, miraba más allá y planeaba un futuro feliz e ilusionante.

El hombre duplicado

Dicen que los géminis tenemos doble personalidad, habrá que empezar a creerlo.

Pacíficos

Estábamos pacíficos y algo mediterráneos contemplando el atardecer en el otoño de nuestras vidas. Cálidos colores, saturados de nostalgia, inundaban la playa. Una gaviota, solitaria, rompió el silencio con sus quejidos y así, sin darnos cuenta, se nos vino la noche y el amor encima.

Debate a cinco

Tuvieron un minuto de oro y ciento cincuenta de loro, mejor hubiese sido escuchar el silencio.

Olvido

Donde no crece el amor, tarde o temprano, florece el olvido.

Un viento de otoño

Como loco, corría el viento por la llanura arrastrando en su locura todo lo que encontraba suelto, un amor perdido, un grito de dolor, el silbido de un árbitro, la pesadilla de una noche oscura, promesas de campaña electoral y alguna que otra tontuna. Sólo ellos, anclados a la tierra, entre rastrojos, girando las aspas sin parar, permanecían inmóviles, testigos de todo lo que volaba a su alrededor.

Fieles difuntos

Fieles fueron hasta la muerte, difuntos son ahora y habitan los camposantos.

Todos los santos

Desde aquí arriba os veo, os miro, observo vuestro comportamiento y sé que no todos llegaréis a ser santos, o santas, sólo Dios y el Papa saben. Hay algo en vosotros que me llama poderosamente la atención y es que, a pesar de estar muy vivos, evitáis hablar de algo tan inevitable como la muerte.