Era la tarde territorio común y el tiempo espacio para recorrer juntos. Hubo que subir escaleras, caminar y llegar a la plaza, entrar en la iglesia, ascender al castillo y contemplar un cielo cambiante. De repente el viento cruje y amenaza tormenta. Paseo por las cuevas admirando las humeantes chimeneas blancas. El primer trueno y las primeras gotas. Refugio en el casino con unas galaicas estrellas. Ya de noche otro paseo sintiendo el silencio y el peso de la historia en edificios, escudos nobiliarios y calles desiertas. Lo que llegamos a sentir no se narra, tendrás que imaginarlo, aunque no te supondrá gran esfuerzo si algún día te acercas a Chinchilla con tu mejor compañía. Volveremos.