Evolucionamos, cambiamos constantemente. Aquellos que fuimos hace años ya no habitan nuestros cuerpos. Somos diferentes y extraños para los demás, incluso para nosotros mismos, a pesar de vivir tantos años juntos. Nos fuimos alejando, poco a poco, perdiendo la comunicación y la fuerza gravitatoria que nos permitía orbitar uno alrededor del otro. Ahora, perdidos en el espacio, como cosmonautas a la deriva, nos sentimos atraídos por otros planetas más cercanos.