Puedes leer una receta, la etiqueta de una buena
botella de un buen vino, el anuncio de neón que alumbra una gasolinera de
carretera, la palma de tu mano, una jodida multa de tráfico, el aviso mortal de
una cajetilla de tabaco, puedes leer todo lo que tengas a la vista o lo que
caiga en tus manos, pero no dejes de leer ese libro que te anda rondando.