A veces, nos cuesta ver lo
evidente e incluso, si lo vemos, miramos hacia otro lado y no queremos saber lo
que, desde hace tiempo, ya sabemos. Nos pasa como a ese boxeador noqueado que
deambula por el cuadrilátero agarrándose a las cuerdas o abrazándose a su
contrincante para no caer. El desamor puede ser más duro que una pelea en el
ring. No esperes a que suene la campana, abandona, tira la toalla, todavía
estás a tiempo de vivir otra vida.