Te contemplo mirando al mar. Un mar tan inmenso y misterioso como tu alma que quiere volar para sentirse libre. Libre de ataduras morales, de compromisos caducados y de tu propia conciencia. Volar dejándote llevar por la brisa suave que te eleva a cielos puros y transparentes, con nubes de algodón para descansar y dormir profundamente, mientras un cálido viento te transporta a sueños posibles.