martes, 7 de marzo de 2023

Castillos de arena

 

Y cada cierto tiempo, una ola arrebatadora se llevaba por delante el castillo de arena. Poco le importaba a él, que una y otra vez volvía a levantar de nuevo su pequeña fortaleza. Era más fuerte su determinación que la fuerza del mar. Ella arrasaba todo lo que encontraba en la orilla y no era por destruir, era su naturaleza, salvaje e indómita, la que le llevaba a comportarse así. Es natural que así suceda, pensaba él, pero mientras tenga fuerzas, nada impedirá volver a edificar mi sueño junto a ella. Así pasaron los años hasta que un día, condescendiente, la mar dejó de arrojar olas en aquella dirección, el castillo se consolidó y su constructor pudo por fin descansar. Desde entonces ella y él viven en paz, la paz orillamar.