Apostamos nuestro patrimonio personal y sentimental al azar, en la gran ruleta de la vida. Jugamos todas las partidas, a varios números y a todas las posibilidades: rojo, negro, par e impar.
Aplicando estudios de combinatoria y cálculo de probabilidades sabemos que tenemos opciones de éxito, de ganar algún importante premio, aunque la experiencia y los resultados de las últimas partidas no lo confirmen.
Pero seguimos jugando sin miedo a la verde casilla del 0 y perderlo todo, apostando por las cifras que queremos, que nos atraen, confiando que, en algún momento, la pequeña e inquieta bola de marfil se detenga en cualquiera de las casillas elegidas y obtengamos la justa recompensa a nuestra obstinada ludopatía. ¿Juegas?
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