domingo, 6 de diciembre de 2009

Buscándolas.



Descendí de la montaña
pues estaba solo.

Buscaba a la mujer perdida,
secuestrada en sí misma, enterrada.

Ulceré la tierra con mis manos
sin hallar su sombra ni su manto.

Nadé en el mar del misterio,
en la luz y la penumbra...
y no encontré nada,
todo quedó en el intento.

Regresé a la cima de mi mundo,
a la atalaya del tiempo.

Cual fue mi sorpresa.
vi a las mujeres volando,
suspendidas entre las nubes,
anidando en las estrellas.

Lancé mi voz al vacío,
pero no me oyeron.
Quise arrojarme a su encuentro,
mas no tenía alas.">

A gran altura.





Ideas fugaces que corretean
por el interminable sendero de la mente
hacia un final oscuro, incierto.

Imágenes de todos los tiempos,
de todo lo imaginable,
lo fantástico, lo tenue;
imágenes rápidas que no recuerdo,
que no comprendo, y a veces ...
que no siento.

Palabras sin sentido,
cadenas de vocablos vacíos,
enlaces tercos, fríos,
palabras de palabras,
frases, tan sólo frases.

Sentimientos variables
de momentos extraños,
de ocasiones concretas.

Corto es el largo camino de la vida,
vieja la hora de la muerte,
de la vida, de la nada...
de la existencia intrascendente,
de los momentos simples.

Y tan sólo una esperanza,
una meta, un fin,
un vacío.

Un largo sueño.



Te esperaba en niguna parte,
en el cruce del tiempo y la nada,
en la sublimación del absurdo
y en la esquina oscura de mis juicios.

Pero llegaste nunca,
¿o siempre?.

Tal vez no pude verte,
¿me rechazabas?.

Refugiada en tu corrupta moral,
envuelta en el velo de la represión,
en la trivialidad de lo pasajero,
en el tabú incoherente.

Por fin pude verte,
eras nada, vacio, abismo...

Tras esas máscaras impersonales,
raídas por la pasividad de la experiecia
estabas tú, La Muerte.

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Las olas.



Quiero ser como las olas del mar:
rítmicas, onduladas y rápidas,
que nacen y desaparecen,
y que nunca mueren.

Quiero ser una ola,
estrellarme contras las rocas,
pulverizarme en finas gotas saladas
y de nuevo volver al mar.

Yo quiero ser una ola,
romper muros y barrreras
poder siempre escapar
y que nadie me pueda encontrar.

Quiero ser como las olas del mar,
altas, pequeñas, fuertes y débiles,
espumosas, blancas, azules y verdes,
para que nunca sea igual.


Desde orillamar las olas, con su incesante vaivén, nos recuerdan que la vida es un continuo "ir y venir" retornando siempre al amor que nos vió nacer. Amemos pues incluso cuando baje la marea y las olas descansen. (Calp 24-12-2009)">