martes, 9 de febrero de 2016

Palabras que hieren.

Palabras, afiladas como cuchillos, cortan la respiración y provocan un nudo en la garganta. Dardos, de tinta envenenados, se clavan en el corazón e inducen el llanto. Afirmaciones, en el juego de la batalla dialéctica, caen como flechas de fuego incendiando la noche. Inconscientes palabras, mal interpretadas, hieren el alma. Y causado el daño y el dolor ya no hay perdón que lo remedie, por lo menos hasta mañana.