domingo, 2 de septiembre de 2012

La casa que habito.


La casa que habito en el bosque, de paredes, suelo y techo de ramas secas y paralelamente clavadas, es una mágica casa desvencijada, de ventanas no acristaladas, elevada de la tierra y sin puerta de entrada.

Acoge mi alma infantil, huérfana de materia, liviana, inquieta, curiosa y evanescente a tu mirada.

Comparto mi vida, rodeada de pinos, tomillos, encinas y romeros, con juguetonas ardillas que corretean en troncos y ramas; palomas torcaces, grises y blancas; pajarillos discretos; pequeños roedores y búhos de noche.

La casa que habito no es una casa fantasma, soñada despierta o imaginada. Es tan sólo una casa perdida en un bosque cualquiera que acoge a mi infantil alma.